Probablemente muchos gustosos de la cartografía, que de vez en cuando han de encontrarse con un atlas, (donde en el más optimista de los casos tiene 40 ilustrativas páginas), han quedado maravillados con tal abanico de banderas, generalmente por el reverso de sus tapas.
Similar a cuando un niño encuentra una lata de refresco llamativa, y se lanza a la colección ingeniosa, perspicaz, y ecológica que esta significa, muchos atlateros esporádicos se lanzan a la memorización de tan sublimes expresiones artísticas. Es por esto, y por el apasionamiento hacia el ocio que embarga a la juventud contemporánea, de la que me siento, por lo menos, secretario general, que expongo algunos aspectos que permitan facilitar la tarea del profesional en cuestión.
El modus operandi de este manual, que pretende crear un conocedor capaz de cautivar por lo menos a lo que respecta la clase F, consiste en la exposición de un extensa investigación, con lo cual no solo se accederá de forma mas sencilla a la impresión mental de la bandera, si no que además, se podrá siquiera entregar un dato extra, que corrobore nuestra posición de especialistas en el tema.
Empezaremos con la península de Indochina, donde recurriremos a la etimología para descubrir la ubicación geográfica. Indo, por allá por India. China, los últimos juegos olímpicos, amarillos, hartos. Ahora empezamos con la historia. Esta península, que descansa entre los países anteriormente mencionados, fue adquirida limpiamente por lo franceses a finales del siglo XIX (1893 con la anexión de Laos), estos, a diferencia de lo que pueden pensar los malintencionados, dejaron algo mas que un legado de represión y sangre. ¿Y que mas podrían haber dejado digno de ser evocado en nuestro manual?, sus colores, por supuesto. Dejaron un azul, que nos inspiraría la Solidarité Française (las explicaciones pídanselas a los franceses). Un blanco, que nos recordaría la monarquía, en un país donde a pesar de la emblemática revolución de 1789, no fue suprimido el color que representaba la divinidad, y que tanto gustaba a los Luises. Y finalmente dejaron un rojo, mal acompañado, incomodo, y que resalta sentimientos amargos de una larga colonización, antes que calidos recuerdos de revolución.
A lo que íbamos. Cualquier persona sabe reconocer la bandera francesa, y obviamente, los colores. Entonces, siempre cuando miren la península Indochina, y piensen en memorizarse sus lindas banderas, recuerden que algo saben. Saben que Laos, Tailandia, Camboya, y Birmania, heredaron los colores de los franceses.
Vietnam es la excepción, los comunistas son rojotematicos.
Nota:
Para los quisquillosos pseudo-intelectuales que hagan abuso de su cultura, para definir los márgenes de la Indochina francesa fuera de algunos territorios en mi escrito comprendidos, sepan ustedes que este no pretende ser texto para el estudiante en las ediciones gubernamentales 2009.
Además, la rigurosidad de las fronteras actuales es una cuestión muy distinta hace, por lo menos un siglo, y dista mucho de los limites de las influencias culturales.
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